venerdì 25 ottobre 2019

Italianos en Cuba (esp)


Post publicado en italiano el 26/11/2017
A pocos días de la semana de la cultura italiana en Cuba, casi viene natural hablar de la comunidad italiana en Cuba. Me corrijo: puedo hablar en general solo de la comunidad habanera y, en todos casos, por sensaciones y aproximaciones. Los italianos se pasan de lado entre ellos. Raramente se comunican. Parece como una diáspora de perros callejeros. Perros mordaces en muchos casos, que han llevado al Caribe un contenedor lleno de toxinas y de miradas hostiles.
No todos. No siempre. Está claro. Pero los reconoces de sus forum virtuales, de sus jactancias reales: todos en eterna competencia, todos inscritos al campeonato de quien es el más pillo, de quien no paga a las mujeres, de quien come con un peso, de quien duerme con tres pesos, de quien conoce lo que cuenta, lo del escolta de Fidel. Esto es algo importante, hay que parar un momento: todos los italianos conocen uno que era escolta de Fidel. Niños, mujeres, cojos, muertos, todos eran escolta de Fidel, algunos eran su brazo derecho. Hay dos opciones: o Fidel tenía un escolta grande como todos los habitantes de la Víbora o está repleto de italianos infladores. Tengo la sospecha que la opción correcta sea la segunda. Claramente las jactancias italianas no se limitan a los forum y a Facebook sino excavan todavía peligrosos caminos en los oyentes cubanos más ingenuos. Se te llena el corazón de ternura cuando ves hombrecitos jorobados y canosos, arrancados del gris deprimido de la provincia italiana, jubilados destripados por la monotonía de la tercera edad y por la páginas de las revistas pornográficas que se hacen los grandes empresarios, los poderosos. Quisieras decírselo a la desgraciada que lo acompaña, al desgraciado, a quien sea, que ese punto, digno de toda nuestra piedad, sea claro, no es nada más que su pelo mal pintado, que su párpado flojo como un Fila Brasileño. Que detrás de ese arete que se ha enganchado de prisa junto al tinte caoba que lo convierte en la copia móvil de un buró Luis XV, no hay nada. Seguramente no hay el dinero ni los escenarios que la desgraciada sueña. Lo que la tiene hipnotizada y paciente. Detrás de esa empalizada chirriante hay, cuando más, algunas singadas difíciles, promesas infames, sobredosis de Viagra, tic de caudillo fuera de tiempo, de edad, de rol. Y mentiras. Muchas. Las mentiras son constantes. Los italianos son perros infladores. Avergonzados de su propia trayectoria aquí. De las humillaciones que quisieran entregar al olvido. Aquellos desplumados por la familia de ella. Aquellos masacrados por los compromisos. Aquellos que han construido un nuevo barrio de La Habana para pelotones de primos y chulos y luego han regresado a Italia gracias a una humillante colecta de ex amigos de la secundaria. Aquellos que se inventan viajes de exploración laboral  solo para recordarse como era cuando una mujer se daba cuenta de que tu existías.
Tienen lugares. Eso lo sé. Uno es la dulcería debajo del hotel Inglaterra, delante del Parque Central en La Habana Vieja. El bar sería también bonito pero ya está en sus manos. Hectolitros de tintes, injertos de canteros del Wembley stadium en la cabeza, tatuajes de guerreros desfigurados por la grasa que se han convertido en bocetos equivocados del Guernica. Haraganean allí. Se cuentan entre ellos de legendarias conquistas. De existencias que solo a imaginarlas por treinta segundos te lleva a besar tus conjuntos y decirles entre lágrimas: "podía irnos peor... también mejor, claro, pero también peor, créeme, mucho peor...".
Hay solo estos italianos en Cuba? De verdad? No, tranquilos. Me gustaba demorarme un rato en esa italianidad tragicómica. No. Por suerte hay también buena gente. Gente interesante. Empresarios verdaderos. Artistas verdaderos. Jubilados serios. Trabajadores. Me gustan mucho los que en Cuba se han dado una segunda oportunidad. Una segunda oportunidad para ser mejores. O para perseguir sueños incumplidos. Conozco personas que han empezado a estudiar de nuevo. Conozco uno que a 70 años ha decidido de hacer el director de películas y entonces ha ido a estudiar en San Antonio de los baños con los muchachos de 20 y pronto va a rodar una película. Hasta conozco uno que en Cuba ha decidido de ponerse a escribir seriamente y le han publicado unos cuantos libros... Segundas oportunidades. Las que solo poca gente se concede. En una rara mezcla de valor e inconsciencia.
En fin, dentro de poco empieza la semana de la cultura italiana y es una oportunidad para interceptar algún ejemplar de esa rara especie de animales heridos que son los italianos. No tengan miedo, no muerden. No todos.

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